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Vivir más y mejor

Protectores gástricos: ¿Ángeles o demonios?
Artículo publicado en El Corrego Gallego
29 de Marzo de 2015

Vivimos en una sociedad medicalizada. El consumo de fármacos en nuestra sociedad actual, ya sea de forma mantenida u ocasional, es la norma. De hecho, estará de acuerdo conmigo en que rara es la persona que a lo largo del año no toma algún medicamento. En este escenario destacan por su elevado consumo los fármacos que coloquialmente denominamos protectores gástricos. Estos medicamentos se han introducido de tal forma en nuestras vidas que hemos dejado de ser conscientes de que realmente son fármacos, no simples protectores.

Desde hace algún tiempo, los medios de comunicación se están haciendo eco del peligro que supone el consumo de estos protectores gástricos de manera mantenida, y lo hacen citando estudios que muestran un mayor riesgo de, por ejemplo, osteoporosis, anemia o de determinadas infecciones en pacientes que toman habitualmente estos fármacos.

¿Qué hay de cierto en todo esto? ¿Son fármacos seguros para proteger nuestro estómago o son medicamentos que pueden ser más perjudiciales que beneficiosos?

El tema en realidad es más fácil de lo que puede imaginar y hay varios conceptos que son clave para entenderlo. Primero, no hay fármaco absolutamente inocuo. Cualquier tratamiento puede producir efectos secundarios no deseados. Segundo, como consecuencia de lo anterior, si un fármaco se toma sin que sea realmente necesario asumimos el riesgo de efectos adversos sin obtener ningún beneficio. Este es uno de los aspectos fundamentales al hablar de los protectores gástricos, ya que más de la mitad de los pacientes que los toman, en realidad no los necesita.

Tercero, y último, estos fármacos (como el omeprazol u otros prazoles) actúan inhibiendo la producción de ácido en el estómago. Por tanto, las funciones que realiza en condiciones normales el ácido gástrico se pierden o, al menos, se realizan de manera menos adecuada.

Como sabe, el ácido gástrico es necesario para iniciar el proceso de digestión y es particularmente importante para que nutrientes como el calcio, la vitamina B12 o el hierro se absorban de manera adecuada. Por tanto, la inhibición de la secreción de ácido mediante los llamados protectores gástricos se acompaña de una menor absorción de estos nutrientes. Por otra parte, el pH ácido del estómago es uno de los principales mecanismos de defensa de nuestro organismo frente a gérmenes que ingerimos por la boca. Si no existe ese ácido, el riesgo de infecciones, como las gastroenteritis, aumenta.

¿Significa esto que no debemos tomar este tipo de fármacos? Ni mucho menos. Significa que solo debemos tomarlos si con ello obtenemos un beneficio para nuestra salud, que los debemos tomar a la dosis adecuada y solo por el tiempo necesario. Esto lo sabe su médico y, por tanto, es solo su médico quien le debe prescribir o dejar de prescribir este tratamiento.

Pero no olvide que estos fármacos son enormemente eficaces en el tratamiento de problemas de estómago relacionados con el ácido como el reflujo gastroesofágico, la úlcera gástrica o duodenal o la infección por Helicobacter pylori, entre otros. También son muy eficaces en determinadas personas para proteger el estómago (de ahí su nombre coloquial) frente a tratamientos con antiinflamatorios, aspirina u otros fármacos gastrolesivos. ¿Es usted una de esas personas? Pues eso depende de su edad (a mayor edad, mayor riesgo), de si ya ha padecido previamente de úlcera gástrica o duodenal, o de que necesite tomar a la vez varios fármacos que pueden dañar su estómago. En todas estas situaciones, el beneficio de tomar un protector gástrico es muy superior al riesgo de efectos adversos. En caso contrario, solo aporta riesgos.

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