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Sensibilidad al gluten, ¿Ciencia o ficción?
Artículo publicado en El Corrego Gallego
26 de Abril de 2015

La frecuencia de molestias digestivas que se creen asociadas a la ingesta de determinados alimentos es un fenómeno en continuo crecimiento. Una cifra cercana al 40% de la población adulta refiere sensación de digestiones lentas, hinchazón abdominal, pesadez después de comer, gases o alteración del hábito intestinal en forma de estreñimiento alternando con episodios de diarrea. Muy frecuentemente, las personas con estos síntomas intentan buscar una asociación de los mismos con la ingesta de determinados alimentos, lo que les lleva a recorrer su vía crucis particular de eliminación progresiva de alimentos de la dieta en su búsqueda, frecuentemente infructuosa, del responsable último de sus molestias.

Es frecuente que su camino comience por la eliminación de los productos con lactosa. Nada que objetar a esa medida, salvo que no olviden que la leche y los productos lácteos son la principal fuente de calcio de la dieta y, por tanto, no deben abandonarlos, sino sustituirlos por aquellos sin lactosa. El segundo alimento al que con mayor frecuencia se le etiqueta como potencialmente culpable de las molestias digestivas es el gluten, la principal proteína de cereales como el trigo, el centeno o la cebada.

La demanda de alimentos sin gluten es un fenómeno mundial y, por el momento, parece que sin límites en su crecimiento. Se trata sin duda de una moda que proporciona importantes beneficios económicos a la industria alimentaria pero, sin embargo, los estudios de investigación a este respecto no permiten justificar el elevado consumo de estos productos.

Aparte de la enfermedad celiaca, que es una entidad claramente definida, entre un 25% y un 40% de las personas que se definen a sí mismas como intolerantes a algún alimento, incluyen el gluten entre los culpables de sus síntomas digestivos. Sin embargo, el papel de los componentes de la dieta como desencadenantes de síntomas es un área enormemente compleja y toda simplificación puede conllevar la aplicación de dietas restrictivas innecesarias y, como consecuencia de las mismas, la aparición de déficits nutricionales.

Es importante, por tanto, que conozca la línea que delimita entidades como la enfermedad celiaca, la alergia al gluten y la intolerancia al gluten, mejor llamada sensibilidad al gluten no celiaca.

La enfermedad celiaca ocurre cuando sujetos genéticamente predispuestos son expuestos al gluten de la dieta. La ingesta de alimentos con gluten en estos pacientes desencadena lesiones en la mucosa intestinal y el desarrollo de anticuerpos específicos que son usados para su diagnóstico. La alergia al trigo se caracteriza por una reacción alérgica típica que aparece de minutos a horas tras la ingesta de un alimento con gluten, con aparición de hinchazón de boca, nariz, ojos y/o garganta, así como picor de piel. La sensibilidad al gluten no celiaca se define, por el contrario, como la aparición de síntomas digestivos similares a los del síndrome de intestino irritable, desencadenados por la ingesta de alimentos con gluten, sin que el paciente llegue a desarrollar enfermedad celiaca o síntomas de alergia al gluten.

La realidad es que la sensibilidad al gluten no es un fenómeno tan frecuente y, de hecho, los estudios de investigación al respecto demuestran que, en los pacientes que se definen a sí mismos como intolerantes al gluten, raramente los síntomas son desencadenados específicamente por alimentos que lo contienen.

La sensibilidad al gluten es una realidad clínica, pero su frecuencia es mucho menor de lo que, por la demanda de productos sin gluten, cabría esperar. Las dietas restrictivas, salvo si son recomendadas y controladas por un médico, raramente están justificadas. El uso y abuso de estas dietas que eliminan sin una base clínica clara la ingesta de determinados alimentos puede aportarle pocos o ningún beneficio y, sin embargo, puede producirle importantes déficits nutricionales. Por tanto, si sospecha intolerancia a algún alimento no se tome la justicia por su mano eliminándolo de su dieta. Es mejor consultarlo antes con su médico.

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